Haciendo las paces con el pasado: Entrevista con Fab Morvan, por Pedro J. Mérida
- Tenebris
- 7 abr 2024
- 15 Min. de lectura
La semana pasada se estrenaba en salas de cine de todo el país el biopic Milli Vanilli: "Gilr You
Know It´s True", cinta del alemán Simon Verhoeven que nos transporta hasta los hechos que
condujeron a la mayor sacudida sísmica que experimentaron los cimientos de la industria del pop
internacional cuando despedíamos la añorada década de los 80... Frank Farian, reputado productor musical desvelaba que su creación, el grupo Milli Vanilli encabezado por Rob Pilatus y Fab Morvan, había sido una completa fabricación. Una situación que fue ampliamente demonizada por la ingente comunidad de fans del duo, que para entonces contaban con un Grammy a Mejor Artista Revelación y discos de oro y platino de los grandes hit-singles de su primer (y tristemente único) álbum.
Milli Vanilli: Gilr You Know It´s True se vale de un trabajo de narración muy artesanal, donde los
simbolismos, la alegoría poética de su puesta en escena y brillantes rupturas de la cuarta pared dejan claro que estamos ante una de esas biografías musicales que merecen estar en el panteón de mejores títulos, junto a la espectacular Rocketman o la divisiva Bohemian Rhapsody, y que se distancia con habilidad manifiesta de productos mucho menos satisfactorios como las recientes One Love, que relata la vida de Bob Marley, o Maestro sobre el genio detrás del inmortal clásico de los musicales West Side Story, Leonard Bernstein.
Fab Morvan, ex componente del famoso dúo, quien tras todo aquel batacazo industrial fue quien tuvo la humildad y cabeza fría para volver a ponerse en pie y rehacer su vida con las cartas que le tocaron, tuvo a bien atendernos desde Ibiza para esta intensa y emotiva entrevista...

Pedro Mérida: Fab, es un auténtico honor disponer de este tiempo contigo para hablar contigo.
Fab Morvan: Igualmente para mi. ¿Estás en Tenerife, verdad? Nunca he estado allí y me encantaría porque sólo he escuchado cosas buenas sobre vuestra isla. No es ya sólo el buen clima y el paisaje, sino que la gente que conozco de Tenerife tienen una vibración muy única y se les siente siempre como con un halo de felicidad. Sería magnífico poder hacer algún concierto allí en algún momento, porque nunca he estado en Tenerife. Hagámoslo posible ¿vale?.
PM: Quería empezar hablando de la película y tengo gran curiosidad por conocer la razón por la cual una historia como esta no se ha contado antes. Fue un terremoto en el mundo de la música lo bastante importante como para que algún productor se hubiese animado a ponerla en marcha cuando aún la situación estaba candente.
FM: Como sabes, la historia sobre Milli Vanilli es realmente complicada y a lo largo de estos años yo no me sentía nada bien. Perder a mi compañero y amigo fue un mazazo realmente duro, así que cada vez que se me acercaban a proponerme un proyecto de estas características no me hacía sentir cómodo. Y como ya venía de una malísima experiencia en la que me utilizaron de la peor manera, mi respuesta era siempre una negativa plena, porque no percibía que realmente se quisiera contar la verdad. Al final el tiempo es el que se encarga de poner las cosas donde corresponden y fue a partir de ahí, hará unos tres años, que empezó a llegar la gente adecuada para hacerse eco de esta historia. Yo creo firmemente en que hay tiempos para cada cosa. Los tiempos lo son todo y me considero bastante perceptivo en lo que se refiere a saber cómo encaja cada cosa en la línea temporal. Para este proyecto concreto Frank Farian no estaba involucrado en modo alguno ni tenía el control en nada, así que eso me permitió reformular el marco para implicarme. Tuve la oportunidad de ver los trabajos previos de Simon Verhoeven y sus ideas para esta película venían cargadas de muy buenas energías, desde la más absoluta pasión y de la necesidad de contar una historia sobre dos muchachos que son explotados. Cuando me llegaron los primeros tratamientos del guión para la película sentí que esta vez podía ser parte del proyecto y aportar mi asesoramiento entre bastidores.
PM: ¿Cual es tu sincera opinión sobre el resultado final de la película?
Cuando la vi finalizada quedé gratamente sorprendido porque marca con absoluta precisión lo que fueron las dinámicas de la historia, especialmente aquellas sobre las cuales nadie hasta entonces había hablado. Simon lo abordó poniendo el acento sobre Rob y Fav con el rigor de un periodista que ha querido dar tridimensionalidad a esos personajes y a la propia narración. Y es lo que la película consigue contar: la explotación de dos soñadores por parte de Frank Farian. Farian era otro tipo de soñador que estaba dispuesto a convertir deseos en realidad a costa de aprovecharse de otros. En la película se plasma claramente como Frank nos atrapó en un anzuelo del que no nos podíamos librar, porque fue muy hábil seduciéndonos con un estilo de vida que era al que aspirábamos. No sabíamos lo que hacíamos, firmamos contratos que no debimos haber firmado. Y a poco que leas entre líneas con la película ves como este hombre realmente lo tenía todo controlado y asegurado. Tanto Rob como yo caímos en la adicción por el estilo de vida del mundo artístico. Todo esto esta muy fielmente reflejado en la película de una manera bella y poética pero sin necesidad de invertir a nivel narrativo más tiempo del necesario. Los actores son todos asombrosos. Para mi ver la película era como ¡WOW!... Ha sido un trabajo fantabuloso el que han hecho porque en definitiva es arte imitando a la vida misma. En Milli Vanilli: Girl You Know It´s True no hay actores famosos y eso te transporta mucho más profundamente dentro de la historia como si hicieras un viaje en el tiempo.

PM: Le añade ese plus de credibilidad a los personajes el que no estén interpretados por caras conocidas...
FM: ¡Exacto! ¡Eso es!
PM: Comparto contigo lo que dices del sentido poético de Simon Verhoeven en esta película. Hay un par de escenas llamativas por como plasma la historia de manera minimalista... Como cuando la funcionaria de la prisión le dice a Milli, No me importaba que no fueran ellos los que cantaban. A mi me gustaban Milli Vanilli. El hecho de que el personaje que verbaliza ese perdón que llega tarde vista un traje de oficial de prisiones justo cuando Rob está siendo
liberado de la cárcel plantea todo un subtexto.
FM: Lo pillaste al vuelo. En efecto es una gran metáfora la que plantea la película en esa secuencia.Otro momento que demoledor, cuando el walkman de Rob, en sus últimos momentos, empieza a agotar sus baterías mientras reproduce el casstte... No sólo te anuncia que la vida de Rob se está terminando. Con ello se extinguen los últimos vestigios de una manera de entender la música. Literalmente marca el fin de una era. De hecho, cuando más ves la película más te das cuenta de la cantidad de cosas que echamos de menos de aquellos tiempos. Me he encontrado con fans del grupo que han vuelto a ver la película hasta cinco veces para zambullirse en esas sensaciones porque devuelven a la vida todo aquello que
vivieron hace décadas. Como obra de arte esta película tiene un poder increíble. Porque al final no sólo es la historia de Rob y Fab. Podría ser la historia de cualquier persona que quiera abrirse camino en el mundo de la música, ya que te muestra como funcionan realmente las
cosas en la industria.
PM: De hecho, el filme te da varias lecciones muy valiosas sobre cómo funcionan realmente las entrañas de este negocio.
FM: Y lo hace de manera brillante. La película tiene una vertiente muy educativa a la vez que busca entretener a la audiencia, con una música que te transporta hacia atrás en el tiempo. Lo que a mi más me ha dejado alucinado de cómo a funcionado la película entre las audiencias más jóvenes es que todos hacen la misma pregunta... ¿Pero qué problema había con el lip-syncing? porque en los tiempos actuales, con todo el contenido que se crea para redes sociales, es la norma y hay muchos creadores de contenido que tienen hoy día millones de seguidores haciendo abiertamente lip-syncing. Y después tienes esa otra gran lacra en la actualidad que es el auto-tune, donde una máquina es la que directamente te hace todo el trabajo para que una canción se ajuste a ciertos estándares. Pero lo cachondo del tema es que, si un artista es incapaz de reproducir su propia canción en directo igual que se la hace la máquina, estamos en el mismo caso que con Milli Vanilli, sólo que ahora no pasa nada. Se podría argumentar que entonces nosotros no cantábamos ni una sola nota de las canciones que estaban grabadas. Pero ocurre que cuando tienes a un artista con pasión por la música al que sacas de la calle... ¡a cualquiera! Y lo metes en un estudio a grabar y le das ciertas nociones sobre cómo funciona el negocio, te puedo asegurar que en un mes va a estar mucho más en sintonía con la maquinaria y esa pasión va a lograr que las cosas funcionen. En nuestro caso, Frank Farian no quería dejarnos hacer nada. El tenía un sueño que era sólo para él. Una visión de las cosas que no estaba dispuesto a cambiar por nada del mundo.

PM: Matthias Schweighöfer , el actor que interpreta a Frank Farian en la película, hace una labor asombrosa. Hay un par de momentos en los que se nos muestra poniendo voz a los trabajos de Boney M. y a los vuestros en el estudio. Y ahí es donde claramente se ve que era como un niño pequeño disfrutando de sus juguetes.
FM: Tal cual lo acabas de definir... Ya no sólo es que Matthias sea un actorazo increíblemente
dotado, sino que, como dices, refleja esa espíritu de niño en una tienda de caramelos. Frank fue una persona que tuvo una infancia muy dura y, de repente, está viviendo su sueño con completo control de su realidad. Para cualquier persona ese sería el escenario ideal, pero Frank era tan egocéntrico que no se daba cuenta de que usaba a las personas.
PM: El desarrollo del arco de personaje de Frank Farian en la película es como el de un Dr. Frankenstein que, hacia el final, ha perdido por completo el control de aquello que él mismo ha creado.
FM: ¡Jajajaja! ¡Definitivamente fue así!
PM: Tanto en esta película como en el documental 'Milli Vanilli que se puede ver en Paramount +, Fabrice Morvan es esa figura de protagonista que va, poco a poco, emergiendo, ese héroe por sorpresa que desde el principio tuvo las cosas claras pero que hasta que no se difumina la tormenta no se le llega a apreciar de manera completa. Eres el único que parece que sacó de todo aquello una verdadera lección de vida con admirable humildad. ¿Qué impacto tuvo todo esto den tu desarrollo artístico y personal desde entonces hasta el momento actual?
FM: ¿Sabes que sucede? Siempre me he considerado una persona humilde. Pero es que además yo entonces era muy tímido. La gente me veía como una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde; me subía al escenario y me volvía loco. Pero en cuanto me bajaba de él me transformaba en alguien introvertido y hasta reclusivo, algo que la gente solía confundir con arrogancia. Y no era por eso, sino porque tenía un acento francés muy marcado y eso podía empezar a despertar sospechas sobre si era o no era yo quien cantaba esas canciones en los conciertos.
En la transición de toda aquella prensa persiguiéndonos y el drama al momento presente, lo que ha permanecido inmutable es mi amor por la música. Cuando sucedió lo peor yo podía haberme vuelto a Francia con el rabo entre las piernas y que todos me señalaran diciendo ¡Oh, pobrecito!, mientras me compadecía de mí mismo pensando que aquello era el final de mi vida. Pero me dije: ¡No! ¡Me encanta la música y mi sueño es convertirme en cantautor!. No sabía cuánto tiempo y trabajo me iba a llevar aquello pero el hecho de que no pensara mucho en ello me llevó a enfocarme en los aspectos realizables de aquel sueño. Paralelamente estaba asistiendo a sesiones de rehabilitación y hablaba con un psiquiatra del que aprendí mucho. Leer libros me llevó a hacer un estudio muy introspectivo de mi mismo que me condujo a un proceso en el que aprendí a perdonar a Frank Farian, a la discográfica y a toda aquella gente que se burló de Rob y de mi, de modo que pude enfocarme para dejar atrás todo aquel dolor y toda aquella tristeza, y así centrarme en crecer para convertirme en la persona y el artista que quería ser.
Tuve que aprender a hacer desaparecer por completo el ruido de fondo y me enfoqué en escribir canciones que me permitían sacar hacia afuera lo bonito que tenía en el alma. Y nada fue más maravilloso que verme capaz de crear música y poder decirme a mí mismo ¡Puedo hacerlo!. Era algo que me debía a mi mismo y puse todos los medios a mi alcance. A medida que fui progresando me vi en la posición de poder decirme: De acuerdo, ahora puedo enseñarle al mundo aquello de lo que soy capaz. Pero antes tenía que poder hacerlo para mi mismo, por amor a la música. Para entonces sentía que era la propia música la que me decía ¡Vamos, adelante!. La música me impulsaba a seguir adelante.

Era una experiencia muy surrealista porque de repente empezó a llegar a gente que me podía sentir vibrar de una manera distinta y me ayudó a encontrar el camino y ver la luz para ser consciente de que podía lograrlo. Pero incluso en esas, con gente que te anima y te impulsa, eres tú quien tiene que estar dispuesto a hacer todo el trabajo. Era lo que me pasaba con Rob cuando traté de sacarlo del pozo. En rehabilitación comprendí que incluso si puedes empujar a un caballo hasta el borde del río para que beba, pero no importa todo ese esfuerzo que pongas: es el propio caballo quien ha de beberse el agua por sí mismo. No me quedó más remedio de entender que tenía que cuidar de mi mismo y librarme de la culpa por no haber podido salvar Rob, dado que era un trabajo individual el que teníamos que hacer cada uno. A partir de ahí empecé a sentirme mucho mejor, dejando atrás la codependencia, que es lo que sucede cuando pones a alguien que no eres tú mismo asumiendo el protagonismo para que cuide de ti, en lugar de ser tú mismo quien resuelva sus propias necesidades. Aprender a cuidar de mi mismo fue toda una revelación que me hizo sentir muchísimo mejor y menos estresado.
La culpa que me hundía por no haber podido ayudar a Rob o por lo que sentía que le había hecho al mundo no siendo el verdadero cantante de las canciones que salía a defender en el escenario fue algo que me tomé de manera muy personal, igual que Rob, cuando aquel amor del público y de la maquinaria discográfica dejo de llegarnos. Era un amor muy seductor y al que nos volvimos adictos, especialmente si no has tenido esa clase de amor en el hogar en el que creciste (mis padres estaban divorciados. Rob era un chico adoptado...). Ambos disfrutábamos de aquel amor y cuando todo eso se desvaneció a Rob se le abrió un agujero bajo los pies que le llevó a tocar fondo porque no lo llevó nada bien. Dejó que las drogas tomasen el control y perdió por completo el norte. Rob se convirtió en una carcasa, sin esperanza de volver a cantar o de volver a estar encima de un escenario. En mi caso había entendido, en aquellos inicios de los 90, que Milli Vanilli era un proyecto que había dejado de existir. Incluso bajo aquellas circunstancias, que perfectamente podían haber supuesto el final de mi carrera, estaba obligado a ser tan feliz como pudiera y pude perdonarme para seguir adelante metiéndole mucho amor al tema. Fue un vamos a ver hasta donde puedo llegar. Y por ese camino tuve la fortuna de que algunas personas se interesaran por lo que era capaz de hacer en solitario y cada vez que tenía la opción de subirme a un escenario lo daba todo, como habrás visto en el documental de Paramount +. Yo actuaba en espectáculos en todo tipo de formatos en Alemania cada semana, ya fuera con banda o en solitario. De ahí que empezasen a surgir oportunidades estupendas de formar parte de carteles en festivales de revival de los 80 y de los 90 que te permiten nuevamente salir a por todas a darlo todo sobre el escenario. Volver a tener esa sensación de sinergia con el público es algo inigualable.

PM: Justamente quería preguntarte, Fab.... He podido escuchar tus trabajos en Spotify y después de haberlos disfrutado puedo decir que se siente tanto en sentido literal como metafórico que has encontrado tu propia voz en el mundo de la música. ¿Cómo has sentido esa evolución que te ha llevado a tu presente artístico?
FM: Pues mira, la regla número uno como como ser humano es que estás obligado a permanecer en un constante proceso de aprendizaje. Y tiene que impregnar cualquier cosa que hagas de esa filosofía. En mi caso, que hablamos de arte, la evolución y el crecimiento son consustanciales para alcanzar nuevos niveles más altos. Has de ponerte a prueba a ti mismo si quieres ser una mejor
versión. Las cosas a tu alrededor siempre han de estar en movimiento. No puedes quedarte parado en un sitio porque si no, ni vas a progresar ni vas satisfacerte profesionalmente. Yo tengo como prioridad estar siempre satisfecho conmigo mismo a consecuencia de que me marco nuevos retos y
nuevas metas constantemente. En un punto el secreto está también en practicar el desapego de aquello que has creado y pasar a considerarlo una mera extensión de aquello que tú mismo eres. Es una máxima que practican
muchos budistas; distanciarse emocionalmente de aquellas cosas que realizan. Aquello que genero con mi música no es para mi, sino para dárselo al público.
No puedes controlar la reacción de los demás, pero se que cuando construyes algo con verdadera pasión, lo que dejas tras de ti es un sentimiento positivo. El amor lo es todo. Cuando The Beatles escribieron Love is everything estaban contándonos la pura verdad. Y, en definitiva, eso es lo que yo trato de hacer. Cuando lo que traes contigo es amor la gente va a estar dispuesta a recibirlo sin reservas. Es como el caso de esos artesanos trabajan piezas de madera y lo hacen poniéndo todo el cariño. Lo que uno va a sentir al verlas terminadas es ¡Oh, me encanta esa pieza. La quiero!. Y la pregunta a por qué queremos con todas nuestras ganas tener esa pieza se responde fácil: porque está hecha con amor... con pasión. Al contrario que una máquina simplemente procesa órdenes y carece de emociones, cuando pones todo de ti en crear algo como artista, como extensión de ti mismo, llegar hasta el público es como el paso de la corriente eléctrica. Tienes un polo positivo, un polo negativo y entre medio está el elemento conductor. Como artista eres el conductor que transporta las vibraciones y quien va a recibir esa energía artística también aporta sus propias vibraciones. Y lo que conecta todo eso está destinado a durar para siempre. La gente que vibró con Milli Vanilli en su momento ahora se me acerca y me dice Fab, aquella música me hizo sentir una conexión eterna contigo. Ahora la gente está descubriendo mi verdadera voz y no hay ningún efecto añadido en medio de esa conexión que la pueda distorsionar. Creo que lo que fuera que hiciese en su momento, siempre tuve la curiosidad de cómo la gente iba a reaccionar cuando me expusiera artísticamente tal como soy en realidad, porque ya no estaría la presión de un gran sello discográfico. Y creo que eso se refleja muy bien al final de la película con el actor que interpreta a mi personaje, porque en ese momento está dejando atrás el pasado y poniendo verdadero amor en lo que hace.

PM: Es que la película, durante sus compases finales, te lleva al borde de las lágrimas.
FM: La película te atrapa. Yo lloré con ella... ¡Es pura magia! Cuando el público tiene posibilidad de verla lo puede sentir. Tengo esperanza en que esta entrevista que estamos haciendo anime a más público a ver la película.
PM: Como encarnación del Ave Fénix en la que te has convertido, verte en concierto cantar el legado musical de Milli Vanilli con tu propia voz, viendo a ese público de entonces volviendo a conectar en directo, cantando las canciones contigo en ese coro multitudinario... Percibo ahí un ejercicio hermoso de perdón no sólo por su parte sino también por la tuya.
FM: Tuve que hacer ese proceso de perdón si quería sobrevivir. Esa fue la lección que aprendí. A veces la gente te la juega y tienes que perdonarte a ti mismo por haber permitido que ciertas cosas sucediesen. A partir de ahí lo que te queda es aprender a que esas mismas cosas no te vuelvan a pasar.
Para mucha gente mi historia es una una lección de vida que puede enseñar y elevar a las personas. Aquellos que me han visto evolucionar y crecer tras lo que nos pasó, de ser testigos de ese resurgir de las cenizas, han tenido la posibilidad de llegar a un entendimiento único de todo esto y alcanzar otras cotas de respeto hacia todo ello porque en el proceso han podido ver los entresijos de la industria musical. Eso les ha permitido conocer mejor el verdadero mecanismo de todo el entramado, desde las redes sociales al tejido profesional donde gente como yo se gana la vida. Y una vez más, la película hace un gran trabajo explicando lo que le sucede a gente joven que no conoce el negocio en el que se mete porque no piensa, sino que simplemente actúa por impuso. Por ello tienen que acabar lidiando con las consecuencias de sus acciones. ¡Y por eso hay que pensar dos veces antes de lanzarte a cualquier cosa que vayas a hacer! Si yo puedo brindarle a la gente esta lección, nada me va a hacer más feliz. Mucha gente, de hecho, se me acerca para decirme lo mucho que nuestro biopic le ha enseñado sobre la propia vida. A partir de ahí, qué será, será.
PM: Con esa perspectiva tan única que tienes del negocio musical y la forma en la que has procesado tu vivencia, convirtiéndote en una versión más evolucionada de ti mismo como artista y persona, ¿Qué perspectivas te has planteado en el terreno de la educación formativa para nuevos talentos?
FM: De hecho, durante los años 90 pasé un tiempo dando charlas en diferentes escuelas y
universidades en los Estados Unidos. Y te aseguro que estaría encantado de regresar a ese circuito porque tengo en mente publicar un libro sobre todo esto en breve plazo. Así que ahora mismo tengo toda la disposición para dar forma de conferencia formativa a mis vivencias en la industria. No son pocas las personas las que en los últimos años me insisten en que tome este camino para aconsejar a la juventud, especialmente para ilustrarla sobre lo que significa renacer de tus pedazos y seguir adelante en el mundo profesional. Hay una serie de reglas por las que me guío (que las he reducido a catorce esenciales) que pienso serían de gran utilidad a aquellos a quienes se la pudiese impartir en el transcurso de una clase y cambiar muchas perspectivas. Si mis herramientas para desenvolverme en la vida pueden ser de utilidad a muchas más personas, nada me podría hacerme más feliz.

Pedro J. Mérida.
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