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Los asesinos de la luna por Adrián Gómez

Después de la magistral "El Irlandés", Martín Scorsese, cambia Netflix por Apple TV, para crear otra obra mayúscula, amparado en la dupla protagónica de sus dos actores fetiche: Leonardo DiCaprio y Robert De Niro. El director desafía al espectador de plataformas con un metraje generoso, que no agota ni aburre en momento alguno, ofreciendo más tres horas de cine en estado puro, en agradable consonancia con otros dos gloriosos films de éste año; Beau tiene miedo y Oppenheimer ( próximamente critica por estos lares).

El maestro adapta la novela de David Gramm, autor de artículos sobre " True Crimes" cómo El viejo y la pistola " llevada al cine por Robert Redford, casi cómo despedida crepuscular. Pero también es el artífice de la infravalorada y estimulante " Z, la ciudad perdida del oro" , incomprendida cinta de aventuras de James Gray, con unos entregados Charlie Hunnan, Tom Holland y Robert Pattinson.

En Oklahoma en los años 20, se sucede una serie de crímenes de los indios Osage, con intereses petrolíferos, y la posterior intervención de los pseudofederales, que desmontan el tinglado, con consecuencias devastadoras para todos. Con un excelente uso del panorámico, Scorsese ofrece una narración sosegada, desarrollando una trama criminal, con ese humor negro, inherente a su cine. El personaje de De Niro ( El Rey) es un capo más, terrateniente religioso y masónico (?), ambicioso, incompetente y sin escrúpulos, cuya relación mefistofelica con un soberbio Di Caprio ( todo mentón y contención) , desemboca en tragedia. La debutante Lynn Gladstone como diabética esposa nativa de su personaje, representa un auténtico descubrimiento, pero es el espléndido tour de force entre las dos estrellas ( reunidos treinta años después de Vida de éste chico), el que mantiene un pulso sin respiro, hasta la llegada del segundo acto del film, con marca de fábrica de cineasta, con la concatenación de muertes y el montaje raudo, acorde con la tensión imperante, todo brillantemente acompañado por el soundtrack de Robbie Robertson ( autor también de Él color del dinero y tantas otras), el guitarrista de The Band y amigo del director desde los tiempos de Él último Vals, cuyo trabajo ( apoyado, mayormente, en bajo y harmónicas) fue póstumo, al fallecer éste año. El tercer acto, con la llegada del personaje de Jesse Plemmons, y la paulatina caída del imperio, demuestra el dominio del maestro, ya en zona de confort, ridiculizando al gang , cuya torpeza y mezquindad, los emparentan directamente con los perfiles presentados en Uno de los nuestros, Casino, El lobo de wall street, etc..con clímax judicial e intervenciones de Brendan Fraser y John Lightgow, tras las secuencias de interrogatorios, donde el ritmo permanece tan incólume como absorbente.El compromiso con el mundo del rock, tan caro a Scorsese, está ahí, con los cameos de Peter Yorn, Charlie Musslewhite o un impagable Jack White en una escena final ( la dramatización radiofónica) , que configura una bajada de telón maravillosa, perfecto colofón para una nueva joya del séptimo arte . Posiblemente, la mejor película en lo que va de año, junto con la de Christopher Nolan. Para disfrutar en Salas. No se la pierdan.


Adrián Gómez Alonso




 
 
 

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