POBRES CRIATURAS, O CÓMO SACARLE PARTIDO UNA VEZ MÁS AL MITO DE FRANKENSTEIN Por Luis Batméndez
- Tenebris
- 6 feb 2024
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El hecho de que uno de los más interesantes y personales directores de cine del panorama actual haya tenido la idea de rescatar una novela de corte victoriano, algo olvidada, escrita en 1992 por el artista escocés Alasdair Gray y titulada Pobres criaturas, ha supuesto que muchos cinéfilos hayamos podido disfrutar recientemente en cines de una exquisita película que dejará huella por varios motivos. Así pues, Yorgos Lanthimos (Canino; The Lobster; La favorita) ha sabido en esta ocasión trasladar a la gran pantalla con brillantez un relato marcado por el mito de Frankenstein que se muestra ante nosotros como un delicioso e inusual cocktail en forma de fábula victoriana, con tintes góticos y de steampunk, y que en su esencia despliega una lectura feminista que no se apoya en recursos simplistas, y todo ello nutrido de un erotismo palpable y un sentido del humor sofisticado que hace que la cinta se aleje del cine más convencional.
Para ello, Lanthimos ha podido contar con un gran equipo. En el reparto nos encontramos con una sensacional Emma Stone (La la land; Birdman; Criadas y señoras), pieza clave de este filme, junto a Mark Ruffalo (Shutter Island; Spotlight), Willem Dafoe (El faro; La sombra del vampiro), un actor que nunca falla, y Ramy Youssef. El guion adaptado es de Tony McNamara, con el que el cineasta griego ya había trabajado de forma fructífera anteriormente. La música corre a cargo de Jerskin Fendrix y la sublime fotografía es obra de Robbie Ryan.
Pobres criaturas es una delicia en el apartado visual que merece ser visionada sólo por ello. Más allá de su notable guion, esta cinta impresiona sobre todo por su alta calidad estética que bebe de varias fuentes. Si hablamos de influencias de todo tipo, ahí podemos citar a nombres tan importantes como los de Fellini y Buñuel, principalmente, pudiendo añadirse en mayor o menor medida los de Cronenberg (en lo gráfico), Almodóvar y el marqués de Sade (contenido erótico y sexual), Gaudí, Dalí y El Bosco (pictórico), o bien Guillermo Del Toro y Terry Gilliam (cinematográfico). Se puede igualmente referenciar películas como el Drácula de Coppola, La naranja mecánica y Lolita de Kubrick, El jovencito Frankenstein de Mel Brooks y ese clásico del terror titulado La novia de Frankenstein de James Whale. Las influencias directas o indirectas, intencionales o no, son desde luego múltiples y diversas. Eso sí, su base principal no deja de ser el mito de Frankenstein, el de Mary Shelley y el de Whale, obviamente, aunque su historia también nos puede hacer recordar de algún modo a la de Pedro Páramo, la novela de Juan Rulfo, y la del cuento tradicional de La bella y la bestia, y ya de forma bastante más alejada podemos detectar pinceladas de El mago de Oz de Frank Baum y de Alicia en el país de maravillas de Lewis Carroll.
La película posee ante todo una ineludible lectura social de corte feminista que se sostiene en el personaje de Bella Baxter (Emma Stone) en cuyo despertar sexual quedará reflejado ese camino hacia la liberación e igualdad llevado a cabo por las mujeres. Y es que Bella es esa criatura llamada mujer. La película de Lanthimos es asimismo una reivindicación feminista, pero distinta a la que nos ofrece Greta Gerwig en su exitosa, aunque también divisoria, Barbie. Se podría argumentar que ambas películas comparten similitudes. En ambas películas, el personaje no es un ser humano ‘real’: Barbie (interpretado por Margot Robbie) es una muñeca creada por la empresa Mattel y Bella es una criatura artificial que creó en su laboratorio el loco científico Godwin Baxter en su intento de desafiar las leyes de la naturaleza (tal y como lo hizo Victor Frankenstein). Y tanto Bella como Barbie son unas mujeres objeto que los hombres desean tener. En ambas, el personaje principal abandonará de forma voluntaria ese hogar ficticio al que pertenece para iniciar una aventura personal que supondrá para ella un descubrimiento y un aprendizaje anclado en la faceta de su mera existencia así como de su experiencia vital como mujer dentro de ese anacrónico mundo al que pertenece. En ambas, se critica a nuestra sociedad y sus trampas. Asimismo, en una y otra se muestran diferentes técnicas y sistemas de opresión del patriarcado en nuestra sociedad. En ambas, la masculinidad queda retratada como frágil e insegura, sobre todo a través de los personajes de Godwin Baxter, Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo) y Ken (Ryan Gosling). Y ambas películas sacuden los esquemas de las mentes más conservadoras, lo cual justifica que de un modo u otro algunos hayan acabado buscándole flaquezas a dichas películas en sus valoraciones personales. Ahora bien, dicho todo esto, cabe señalar que el grado de complejidad, la carga emocional y los discursos feministas no se reflejan de la misma manera, y es lo que marca la diferencia. De este modo, Barbie se presenta dentro de lo que cabe como una película asequible que se mantiene dentro de un formato más convencional, y de ahí su éxito comercial, mientras que Pobres criaturas arriesga mucho más al exponerse como una muestra de cine de autor, sin barreras, puesto que está orientada a un público plenamente adulto, a pesar de estar moldeada como un cuento.
El resultado de todo esto ha sido el de una película arriesgada que supone un soplo de aire fresco y que lleva de forma merecida acaparando múltiples premios y nominaciones desde el arranque de la vigente temporada alta de los más distinguidos certámenes de la industria cinematográfica y que tendrá su culminación en la ceremonia de entrega de los Oscars en la cual Pobres criaturas compite hasta en once categorías, incluido la de mejor película, teniendo ahí como principales rivales a Oppenheimer, de Christopher Nolan, que cuenta con 13 nominaciones y que se sitúa como la gran favorita de entre todas, Los asesino de la luna, del veterano Martin Scorsese, que aspira a 10 estatuillas, y en menor medida Barbie, de Greta Gerwig, que figura en ocho categorías. La película de Lanthimos se estrenó en el Festival de Venecia donde logró el León de Oro otorgado a la mejor película por la Bienal de Venecia, y desde entonces se ha llevado algunos premios más, entre los cuales cabe destacar el Globo de oro como mejor película en la categoría comedia o musical.
He aquí pues un delicioso e inusual filme cargado de humor negro y sexo, y también algo de gore, en forma de fábula victoriana salpicada de fantasía gótica. Además del alto nivel en cuanto a interpretación, cabe destacar la fotografía, el maquillaje, el vestuario y la banda sonora, todos ellos estupendos. Obra maestra, sin duda, Pobres criaturas se erige como una de las más atrayentes apuestas del séptimo arte de este último lustro y demuestra que ciertos mitos, como el de Frankenstein, siguen siendo una fuente inagotable para nuestra cultura.
Luis Batméndez

Esta crítica hace justicia a la calidad de la película. Luis ha hecho un trabajo serio, bien analizado y documentado. Muchas gracias por el trabajo bien hecho.