PÓKER DE ASES(II): NAPOLEÓN Y EL CHICO DE LA GARZA
- Tenebris
- 10 feb 2024
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En la antesala de los ÓSCARS , seguimos revisando films de directores consagrados, que han recibido, ésta vez, una tibia acogida, o ha sido masacrado directamente. Es el caso de Napoleòn, de Ridley Scott, un digno biopic, que, en la era de los críticos de las redes, se han cebado incongruentemente. Los mismos que aplaudieron la sobrevalorada Gladiator ( con los mismos, o peores, errores históricos, de ésta), no han cejado en atacar a cañonazos, contra la esfinge cinematográfica, que con sus más y sus menos, consigue remontar sus dos horas y media, gracias a un ritmo galopante, que la emparenta con la tambien infravalorada 1492: La conquista del paraíso. Épica e intimista, ciertamente, la cinta no aburre, a pesar de un Joaquín Phoenix sonámbulo en gran parte del metraje ( en contraste con su gran interpretaciónde éste año, Beau tiene miedo), alternando batallas con intrigas palaciegas, y secretos (o no ) de alcoba. Es cierto que pasa a vuelo de pájaro, episodios cómo los de María Antonieta o Robespierre, pero realza el mismo con el (critico) episodio en Egipto ( ésa escena de simbiosis faraónica) o el regreso del exilio y la contienda final en Waterloo (con un magnífico Rupert Everett como Wellington). Pero es en las secuencias de interiores donde, aparte de una magnífica ambientación, se luce una entregada Vanessa Kirby, con un perfil psicológico de estudio casi contemporáneo, acaso el matiz mas interesante del film. No es Barry Lyndon, pero tampoco lo pretende. Algunos planos son casi lienzos en movimiento ( de ahí la comparación), pero en ese apartado sigue ganando por goleada, la ópera prima de su realizador, la magistral Los Duelistas (1977); su mejor film de aventuras, aún hoy.
El chico y la Garza es el retorno (y supuesto retiro) del maestro Hayao Miyazaki, hoy laureado por la crítica generalista , pero que nuestra generación conoció gracias a la serie de anime Sherlock Holmes ( Hound). Antes de afrontar el ( bellísimo) filmque nos ocupa, diré que películas como Mi Vecino Totoro, Porco Rosso, o El Castillo Ambulante, jamás me llegaron, y todavía tengo pendiente Ponyo en el acantilado, pero Naussica en el valle del viento (1984) y La princesa Mononoke (1997) me parecen prodigios de una imaginación desbordante, que utilizan el elemento fantástico con fines ecologistas y humanistas. Pero, para un servidor, su obra maestra sigue siendo El viaje de Chihiro, especie de"orientalización" de Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas o El Mago de Oz, donde fusiona la fantasía pura con el viaje iniciático de infante a adolescente. Mucho de eso hay en su última producción, especie de compendio de los films anteriores, que parece representar ese broche de oro autoconsciente, a una filmografía impecable. Impregnada de ese costumbrismo japones, que se desmorona , una vez irrumpe la magia (en sentido literal), seguimos en su periplo, a Mahito, gracias a la Garza, ese conejo blanco particular, que nos traslada a otro mundo; en busca de unas raíces ignotas, donde la familia es fundamental. Paradojas temporales ( e interdimensionales) animan la función, y el preciosismo de los diseños inundan la pantalla, con secuencias conmovedoras como el vuelo de los WaraWara bajo el influjo de la luna. El regreso al hogar es duro y sin vuelta atrás, casi como la odisea que ha vivido el propio espectador, configurando una obra maestra del cine de animación. Si éste es el cierre del creador de Studios Gihbli, es una despedida por todo lo alto.
Y con ésta se cierra el cuarteto elegido de películas, consideradas, entre lo mejor, y lo peor, del año. Cuatro autores que vuelven por todo lo alto, aún siendo vapuleados, como en el caso de Scott. Ningún problemas desde Tenebris les recomendamos éste póker de ases, sin prejuicios.
Adrián Gómez Alonso
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