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Reseña de: "Anora" por Luis Batméndez





Anora se ha alzado con cinco estatuillas en la gala de los Oscars de este año, incluyendo sorpresivamente (o no, según qué perspectiva o según cómo se contemple toda esta parafernalia) con la de Mejor película. Ya había previamente cosechado unas cuantas nominaciones y premios, destacando la Palma de oro en Cannes, por lo que todo era posible (y lo fue).


Este film dirigido por Sean Baker, un cineasta cuya filmografía se encuadra dentro del cine independiente, se hizo con poco dinero, cosa que hay que valorar positivamente en estos tiempos en los que anualmente se estrenan decenas de cintas con presupuestos de cien, doscientos e incluso trescientos millones de dólares, que se dice pronto, y que luego en muchos casos acaban siendo auténticos "big macs" sin más. Anora fue de hecho la peli menos costosa de todas las nominadas al máximo galardón de los Oscars. Cabe señalar que hay años en que este tipo de pelis le gusta a los académicos encargados de votar. 2025 es uno de ellos. Ahora bien, ¿es para tanto esta peli? Mi opinión es que sin ser una mala película per se, Anora no reúne lo que hay que tener para ni siquiera estar entre las candidatas a dicho premio y que cinco Oscars son desde luego demasiadas estatuillas para un largometraje simpático que, si bien es cierto contiene algo más de lo habitual, tampoco es algo excesivamente destacable artísticamente, como sí lo son The Brutalist, Dune 2 o La sustancia. Lo mismo se podría decir de Emilia Pérez, por cierto, una de las favoritas que al final se desinfló. No son bodrios, pero... Las sospechas de que se estén cada vez más valorando cuestiones extracinematográficas no deben por lo tanto ser completamente descartadas, aunque tampoco se puede asumir a ciegas lo contrario...


Si bien debo decir con respecto a Anora que la recta final de esta peli es lo mejor de todo el metraje, para mí no fue suficiente para salvarla de la hoguera. La primera hora es altamente repetitiva y sin chicha, un despliegue de erotismo y sensualidad mezclado con juergas, excesos de todo tipo y música moderna de discoteca en acorde con lo expuesto, en el que vemos algo así como una Pretty Woman, pero en el que Richard Gere es un joven ruso hijo de un magnate y ella no es Julia Roberts sino una jovencita que se ajusta a los canones sexy de estas estrellas pop actuales tipo Lolita que acaban de salir de la adolescencia. Podría por lo tanto ser un largo video musical, vamos (pero con censura debido al contenido gráfico). Y la segunda hora se inicia con un giro que da la impresión de que "ahora se pone interesante la peli", pero la llegada de la pareja rusa y un poco después el que llaman 'el armenio' no es más que un espejismo, ya que la peli entra en otra dinámica repetitiva. Así que entre la primera y la segunda mitad, debido al contenido reiterativo en ambas partes, a esta cinta le sobra una hora (sí, han leído bien). Confieso pues que me aburrí durante casi las dos horas y cuarto de duración del film, sin poder verle en ningún momento gran cosa que mereciese elogios. No sé lo que han captado otros espectadores, sinceramente.


El contenido humorístico, a todas estas, no cuajó en mí. Si ese era su punto fuerte, apaga y vámonos. Me quedo con Resacón en Las Vegas, donde no hay trampa ni cartón. En cuanto a las interpretaciones del reparto, las califico como correctas, aunque debo decir que tampoco percibí que -sin haberlo hecho mal- haya sido para tanto el trabajo interpretativo realizado en esta peli por la premiada Mikey Madison (la que hacía del personaje principal, Anora). Es una interpretación que ya hemos visto múltiples veces antes, la de una joven chica que suelta tacos cuando se cabrea, que se emociona y sonríe -feliz ella- cuando comparte momentos con su nueva pareja, y tal. También parece que ayuda enseñar su físico; el papel lo requiere, cierto es, pero quizás esto haya servido para desviar la atención un poco y no darse cuenta que entre esta interpretación suya y la de Emma Stone en Pobres criaturas o Charlize Theron en Monster hay un largo trecho, amigos. Cualquiera de esos dos metrajes supera a Anora sin dificultades, todo sea dicho.


Así que os diré que con razón me ahorré ver Anora en una sala de cine (mi instinto raramente me falla). Tengo intriga por saber cómo será recordada en años venideros. Ahí lo dejo.


Luis Batméndez

 
 
 

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