Reseña de: "Priscilla" por Gara Lacaba
- Tenebris
- 20 abr
- 3 Min. de lectura

Una película que resuena con la delicadeza y la melancolía que ya son sello distintivo de Sofia Coppola. Pese a la belleza estética me permito desgranar las capas de esta fascinante y, a menudo, inquietante mirada a la vida de Priscilla Presley.
Coppola no nos ofrece una biografía lineal al estilo de tantos biopics musicales, con su característico enfoque sutil y atmosférico, nos sumerge en la experiencia íntima de Priscilla Beaulieu, desde su adolescencia en una base militar en Alemania hasta su compleja vida en Graceland junto al icónico Elvis Presley.



La puesta en escena es exquisita. Coppola y su directora de fotografía, Philippe Le Sourd, crean una atmósfera onírica y a la vez claustrofóbica. Los tonos pastel, los encuadres cuidadosamente compuestos y la banda sonora evocadora, que inteligentemente evita las canciones más famosas de Elvis, contribuyen a esta sensación de estar inmersos en un cuento de hadas que progresivamente se torna sombrío. La atención al detalle en el vestuario y la ambientación es impecable, transportándonos a las diferentes épocas de la vida de Priscilla.


La película se inclina por destacar los aspectos más oscuros y problemáticos de la relación, centrándose en una visión íntima y psicológica que tiende a demonizar a Elvis. No solo se abstiene de glorificarlo, sino que lo presenta a través de la experiencia de Priscilla, resaltando sus contradicciones y complejidades de una manera que a menudo lo dibuja como una figura egoísta e incluso artísticamente limitada. Esta elección narrativa, aunque controvertida, busca generar una reflexión profunda sobre la subyugación de la identidad femenina, el lado sombrío de la fama y las dinámicas de poder desiguales en las relaciones, todo ello enmarcado en una visión crítica de la figura de Elvis, un aspecto que genera debate en la dirección de Sofia Coppola, ya sea por error o por sello de la autora, es su marcada dependencia del material biográfico original. Al construir la película enteramente sobre la biografía de Priscilla, la directora se limita a su visión de los hechos, presentándolos como la verdad absoluta. Esta idea coloca inevitablemente a Elvis en una posición desfavorable, al no contar con una voz propia ni con testimonios que puedan ofrecer un contrapunto. En el ámbito íntimo, la opinión del espectador es poco válida ya que no contamos con suficiente información, pero en lo referente a su legado artístico, resulta triste cómo ésta perspectiva unilateral podría empañar la figura del gran músico que fue, insinuando incluso una incompetencia musical que contradice su impacto histórico.


Las actuaciones son otro punto flaco de la película. Jacob Elordi, aunque poseedor de un físico agraciado, falla en capturar la esencia de Elvis Presley, entregando una interpretación que lo dibuja como un personaje bobalicón, de aura siniestra y con rasgos mezquinos. También desconcierta un pocos su representación como un ser casi asexual, absorto en la lectura metafísica, sugiriendo que la concepción de su hija fue pura casualidad teniendo en cuenta su falta de interés en la intimidad con Priscilla. La Priscilla de Cailee Spaeny también se aleja de la figura que podríamos esperar. Aunque, a diferencia de la caracterización de Elvis, Spaeny enfatiza su rol de víctima perpetua, el guion la fuerza a adoptar una postura casi de mártir en sus momentos íntimos con un esposo cuya verdadera naturaleza se oculta tras su fachada pública. Coppola retrata a una Priscilla como una joven adolescente sin mundo ni criterio propio, que se deja arrastrar por la admiración a Elvis Presley hasta considerar dejar de estudiar por él. Se dibuja un personaje femenino abnegado, sin capacidad de decisión, sumiso a su esposo y, lamentablemente, poco valorado tanto por él como por su entorno familiar.



Otro aspecto que le quita credibilidad a esta visión, es la decisión de relegar al Coronel Parker a un par de momentos en el que se le intuye en alguna llamada telefónica sabiendo como influía en la vida de Elvis, teniendo controlada hasta el milímetro la vida del artista como si mostró Baz Luhrman en su maravillosa película “Elvis”, en la que también mostraba el lado no tan agradable de la figura de Presley pero sin dejar ninguna duda de su nivel artístico, además de una perfecta interpretación de Austin Butler por la que se ganó una nominación al Oscar.


En definitiva, “Priscilla” es una película que pasa sin pena ni gloria, que posee una gran belleza visual pero que no será de las más recordadas de la trayectoria de Sofía Coppola. El nivel de “Lost in traslación” no queda reflejado en esta cinta.
Gara Lacaba Toledo
Gracias por compartir una crítica tan detallada.