
De título Huxleyano, se nos presenta la cuarta entrega (o así), del centinela de la libertad, siempre según el progresivamente mediocre UCM. Hace exactamente ahora diez años que nos ofrecieron una película competente a todos los niveles; Soldado de Invierno (2014), lo mejor que han parido los hermanos Russo con diferencia, y una de las mejores del género. Ese mismo año comenzaba en Netflix la primera temporada de Daredevil, otra joya que se impregnaba de la esencia de Frank Miller y su paso por la colección. Si la aludida Winter Soldier, bebía de la miniserie original de Ed Brubaker, y pinceladas del cine de espionaje conspiracionista tipo El útimo testigo (1975) o Los tres días del Cóndor ( 1975), ésta que nos ocupa constituye un cruce imposible entre El mensajero del miedo (1962) y Air Force One (1997). Lo cierto es que el tal Julius Onah ( The Cloverfield; Paradox ) no es Pakula, Pollack ni mucho menos Frankheinmer. Ni siquiera Wolfgang Peteresen. No sorprende el bajón de calidad, en claro declive desde Endgame ( 2019), con la sorpresa del claro revulsivo satírico y gamberro de Lobezno.VS. Deadpool (2024). Lo cierto es que el excecrable Kevin Feige vuelve a sus fueros, una aventurilla de domingo por la tarde, tan entretenida como olvidable. Casi un número autoconclusivo de una grapa, que, al parecer deriva de la serie Falcon y El Soldado de Invierno (2021), que no he tenido el (dis)gusto de ver. Aqui recuperan a personajes como Isaiah, interpretado por Carl Lumbly ( Alias, Doctor Sueño), nuestro particular candidato de Manchuria, que atenta contra el presidente Thadeus " Tormenta"Ross, encarnado por Harrison" Cheques" Ford, que hereda el personaje de Sam Elliot y WIlliam Hurt, y que hubiera sido un excelente Jack Ryan, como principal inquilino de La Casa Blanca, si alguna vez hubieran adaptado Ordenes Ejecutivas, de Tom Clancy. Reaparece el olvidado Tim Blake Nelson (Oh Brother, Old Henry) cómo Samuel Stern, aquí, por fin, como El Líder (que nunca se nombra), y que habían olvidado desde El increíble HULK (2009), personaje marveliano del que es némesis. Entre medias, Anthony Mckie, cuyos mayores logros interpretativos están muy lejos de la churrería interminable, a saber, Dolor y Dinero (2013), la mejor obra de Michael Bay, y la espléndida (ésta sí) Synchronic (2019) ejemplar ejercicio de Scifi Hard, que demuestra, tras un soberbio guión, que Mckie actúa bien, cuando el (buen) trabajo lo requiere. Y poco más. Sam Wilson es el nuevo portador del escudo, acompañado por un sidequick Tex Mex, enfrentado a una trama constantemente previsible, que se cree una entrega de Misión Imposible, y no pasa de capítulo de Agentes de Shield. Vistosas escenas de acción, introduce, tras el Vibránium, el adamántium, ya sabemos, presentes en Xmen, de la Isla Celestial, combates en alta mar, y clímax con Hulk Rojo. Cameos de Sebastian Stan y Liv Tyler, para sorpresa de nadie y pequeña escena post-créditos, que adelanta futuras amenazas irreductibles ( Galactus?, El Todopoderoso?..Feige?). Y ni rastro de Rick Jones, Doc Samson, Simon Williams (El hombre Maravilla) o calidad cinematográfica alguna. Irrelevante. Pasarratos vespertino y a otra cosa. La próxima sin mostaza, por favor.
Adrián Gómez Alonso

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