Reseña de:" Jurassic World: Renacer" por Adrián Gómez
- Tenebris
- 14 jul
- 2 Min. de lectura

Cuando ya nadie esperaba más de la saga jurásica, tras la desastrosa trilogía anterior (cuyas respectivas reseñas se encuentran en otro medio), Gareth Edwards ( Rogue One, The Creator), versado en el género ( Monsters, Godzilla), se encarga de retomar la millonaria franquicia. con el apoyo del guionista original, David Koepp (Parque Jurásico, El Mundo Perdido). Y que tenemos aquí?. Pues nada, al menos de novedoso.- Cómo ocurre con otro títulos de la filmografía de su autor, un cúmulo de referencias mal asimiladas y peor presentadas. Se busca el sentido de la aventura en una operación encubierta, liderada por una anodina Scarlett Johansson(ya ni siquiera el mejor efecto especial), para obtener ADN, de tres dinosaurios (mar, tierra y aire), con fines supuestamente filantrópicos. Le acompaña Mahersala Ali, habitual mercenario (dentro y fuera de la pantalla), capaz de un Moonlight o Green Book, como de los 4400 o Predators. Travesía maritima, donde se nos intenta prsentar y desarrollar personajes unidimensionales (ellos y la alegre familia woke), plagiando ideas de Tiburón (1975) y King Kong (1976), ya no digamos Aliens (1986) con el Burke de turno, encarnado por Rupert Friend (?). Llegamos a la isla de los dinosaurios mutantes, donde se perciben ciertos tintes Vernianos, disipados de un plumazo con la aparición del T-Rex más torpe, inútil, ciego, sordo y vegano de toda la serie. Se le supone uno de los highlights del film, junto con la cacería en alta mar..y da verguenza ajena. Los Deux Ex Machina se multiplican tanto cómo los tópicos. La cosa parece no terminar. Cameos de velocirraptor urinario, y copia-pegas del titulo fundacional a mansalva (el encuentro con los herbívoros o ese final calcado, donde cambiamos helicóptero por fueraborda, y pelícanos por delfines). Para colmo de males, Alexandre Desplat se dedica a fusilar alegremente el score original de John Williams, sin mayores visos de originalidad. Pero lo mejor llega en el último tramo. No contentos con la idea de la hibridación loca entre pterodáctilos y velocirraptores, en el nocturno clímax, con premeditación y alevosía ( CGI obliga), asistimos a la aparición de una criatura Lovecraftiana, con empaque Gigeriano, que ríanse ustedes de los mil leches de Alien (Resurrección o Rómulus, tanto da en el despropósito de batido genético). Y se acabó la pesadilla. Prototipo de blockbuster veraniego sin pretensiones de ningún tipo (la primera, ofrecer algo de calidad cinematográfica) dónde únicamente puede destacarse la fotografía, muy 70,s . El resto, un Skull Island de segunda, que confirma que estamos ante la peor película de su director, en verdad a la deriva, cómo sus coetáneos Neil Blookamp o Duncan Jones. No será la última, desde luego. Mejor revisen los libros de Chrichton éste verano, con mucha más sustancia que lo que ha venido después.
Adrián Gómez Alonso
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