Reseña de Napoleón por Jesús Hernández
- Tenebris
- 23 dic 2023
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Napoleón es la película más insípida que ha rodado Ridley Scott en toda su carrera, con permiso de “El reino de los cielos” (2005). Es una colección de retales inconexos y sin empaque dramático alguno, montados a raíz de un metraje mastodóntico que se intuye cargante en su director’s cut de 4 horas de duración. Ni siquiera las set pieces bélicas, rodadas con oficio y opulencia pero sin el ímpetu y la garra que a priori se le presuponían a una cinta de este calado, son capaces de levantar un largometraje sin alma, obra de un gran artesano que, pese a un comienzo fulgurante como realizador (con tres obras maestras cuya grandeza es más fruto de las circunstancias que de su supuesto genio nato), nunca ha hecho gala del menor atisbo de autoría a lo largo de su dilatada carrera.
Los momentos íntimos entre Napoleón y Josefina son sin duda lo mejor de la cinta, y aún así, cuando el filme deja de ser un drama bélico para convertirse en una película de época, no es sino una sombra distante de la elegancia y el buen hacer de Stephen Frears en “Las amistades peligrosas” (1988), Martin Scorsese en “La edad de la inocencia” (1993), o Milos Forman en “Amadeus” (1984).
Phoenix y Kirby están a la altura de la megalómana empresa, con unas interpretaciones más que correctas, pero tampoco sobresalientes. Phoenix se mueve entre un hieratismo solemne y una afectada y juguetona puerilidad de alcoba, con pícaros y distraídos mohines demasiado familiares a estas alturas como para creérselos del todo. Kirby por su parte esboza un inteligente y sensual retrato de Josefina que tristemente queda algo desdibujado en un conjunto frío, cuyo academicismo formal resta en lugar de sumar.
Napoleón pretendía ser un sobrecogedor y catedralicio péplum francés y a la postre se ha quedado en una aproximación anecdótica del mito, con algún que otro momento notable (la decapitación de María Antonieta), pero sin poso alguno para el recuerdo.
6/10

Jesús Hernández
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