Reseña de "The Boogeyman"
- Tenebris
- 13 jul 2023
- 2 Min. de lectura
Por Adrián Gómez Alonso
Los miedos infantiles...ese terror inherente a la noche...el ser que se esconde en el armario, o detrás de la cortina. Stephen King lo explica bien en el prólogo de una de sus antologías, cuando señala que siempre nos aseguramos de tener los pies bajo la manta, al acostarnos a dormir...nunca se sabe quién puede estar debajo de la cama...
Ese temor de la niñez tan bien explotado en films como Poltergeist (1982) o Muñeco diabólico (1988), juguetes que cobran vida en nuestra propia habitación. Y volviendo al escritor de Maine, con el Troll que atraviesa la pared del dormitorio de Drew Barrymore para robarle la respiración en Los ojos del Gato (1985), el payaso sobrenatural de It, el ogro alienígena de Él cazador de sueños o cualquier amenaza sobrenatural capaz de perturbar la niñez de un grupo de amigos, tema tan caro a su autor.

Y así llegamos a Él Coco, o el hombre del saco, relato alojado en su mejor compendio antológico ( El umbral de la noche) , codeándose con Camiones, A veces vuelven, La cornisa o Los chicos del maíz, excelentemente adaptados en formato corto, y parcialmente fallidos en formato largo ( La fosa común es un ejemplo especialmente lamentable). Rob Savage sorprendió a propios y extraños , en pleno confinamiento, primero con Host, y luego Dashcam. Aquí toma la premisa del cuento, estirando el hilo narrativo, entre una acumulación de golpes de efecto, y el trasfondo del trauma por la pérdida de la figura maternal.
Chris Messina ( Heridas abiertas) es un psicólogo viuda que vive con sus hijas, una adolescente presa de bullying en el instituto, y otra más niña, que descubre que en su ropero se encuentra el Coco...pero nadie la cree. Terror psicológico que juega con la experiencia Post traumática, que juega con lo ofrecido en Babadok o The Hatman, en un desarrollo desigual, con un suspense logrado, aunque algo predecible, y un clímax caótico y espectacular, que pierde fuelle al mostrar la criatura. Con todo, es un producto digno que hubiera sido un buen cortometraje...
Seguiremos mirando debajo de la cama, tengamos la edad que tengamos, porque nunca se sabe cuándo nuestros peores temores pueden hacerse realidad...en nuestra zona de confort..
Adrián Gómez Alonso.
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